Hola a todos: Hace unos días publicamos en EL PAÍS, a cuenta de su centenario, dos reportajes sobre Nosferatu, de F. W. Murnau, una de las obras maestras legadas por el expresionismo, un prodigio del cine de terror, el filme que marca las historias de vampiros porque las empuja a ir más allá del conde Drácula... una ironía porque el guion de Nosferatu es un plagio, bueno, dejémoslo en adaptación encubierta, de la novela de Bram Stoker (algo que casi le cuesta su existencia a la película, luego me explayo en este detalle). Mi compañera Sivia Cruz Lapeña realizó un ejercicio precioso de reconstrucción de todo el sonido y las influencias musicales que marcaron a esta película muda (leedlo aquí, que rebosa sorpresas) y a mí me tocó desgranar aquella producción de la que fue responsable el productor y experto en esoterismo Albin Grau, que convirtió a la película en una obra repleta de referencias al ocultismo. También hablé con un apasionado del filme, el director Robert Eggers (El hombre del norte). Y tocaba honrar a Murnau. El cineasta vivió solo 42 años. De sus 21 películas, han sobrevivido 12. En una época, la del salto de cine mudo al sonoro, en la que reinaban los directores prolíficos y los trabajos industriales (ahí están las más de 100 películas de John Ford), Murnau rodó poco, y un tercio de su filmografía se ha desvanecido en el tiempo. En realidad, como el 80% del cine mudo, recuerda Martin Scorsese. Nosferatu corrió el mismo peligro cuando la viuda de Stoker ganó el juicio que inició en defensa de la propiedad intelectual de la novela y el tribunal ordenó destruir todas las copias. Hace un siglo cumplir esa sentencia fue imposible, y alguna quedó escondida en diversos almacenes. Lo increíble no es que se salvara una vez, sino que lo hiciera dos. En la segunda ocasión fue un español, Luciano Berriatúa, que en 2006 acometió la fascinante labor de devolver a Nosferatu a su estado original, incluido su tintado en color, y que tres años después publicó un excepcional y pormenorizado estudio del filme junto a la edición en DVD. Lo logró cotejando copias de distintas filmotecas, descubriendo cuál se conservaba mejor o con más secuencias. Y resucitó al Nosferatu original en una primorosa labor de restauración. Así llegamos al meollo del asunto (de verdad, que el viaje a través de Nosferatu merecía la pena): ¿quién cuida el viejo cine? ¿A quién le importa? A Inés Toharia, seguro. Toharia es experta en archivos fílmicos, y ha dedicado años a realizar un documental fascinante, Film, The Living Record Of Our Memory, una producción hispanocanadiense que se ha proyectado ya en la Seminci de Valladolid, la Cineteca de Madrid o la Filmoteca de Catalunya. Todo lo que yo pueda decir de este documental se quedará corto. La conservación del cine depende de la pregunta que titula hoy la newsletter el cine ¿es arte o industria? Hace unos días alguien dijo -me da rabia no recordar quién- que el triunfo de las plataformas nos recuerda sencillamente que los cambios en el cine siempre llegaron por factores tecnológicos, y que ahora rasgarnos las vestiduras porque derive su terreno de expansión es hipócrita, porque en la naturaleza del cine está esa mutación. Puede, pero no es al 100%. Si considerara esa reflexión cierta, no habría motivos para conservar las películas. Destruyámoslas, porque valen tanto como una maquinilla de afeitar. Aunque entonces olvidaríamos su capacidad para emocionar, para crear arte, para levantar testimonio histórico de su época. Como dice Costa Gavras en el documental, "el cine es un retrovisor para ver el pasado". Film, The Living Record Of Our Memory, que está cerrando su distribución comercial en EE UU y que ojalá también consiga una salida en España, habla de la volatilidad de los materiales originales; de la importancia de la red internacional de filmotecas, la FIAF, que nació en 1938, porque hay tesoros en sitios increíbles (y porque lo que en un archivo no será muy interesante, puede que para otra sea una joya); de algunos de esos filmes que salieron a la luz tras creerse perdidos; de las nuevas técnicas de preservación y conservación (e insiste el subrayar el falso mito del digital como el material definitivo); de la necesidad de repensar el canon con el que hoy se estudia la historia del cine... Y de la importancia de cualquier tipo de grabación en cualquier parte del mundo. "¿Cómo paso a la siguiente generación el trabajo de la generación previa?", responde para definir su trabajo un conservador cinematográfico. En breve, publicaremos en EL PAÍS una historia sobre celuloide que vuelve a la luz, y que además aporta gran información histórica. Hasta entonces, insisto, menuda maravilla es Film, The Living Record Of Our Memory. García-Pelayo, 11 películas en un año Gonzalo García-Pelayo (Madrid, 74 años) no entiende de descansos. No para. En su ritmo vital frenético se mezclan cuestiones matemáticas, su manejo de las criptomonedas, una editorial de libros, la producción musical y cinematográfica, su mudanza a Buenos Aires... Cada paso agiganta la leyenda de García-Pelayo. Para el españolito de a pie, García-Pelayo es el tipo que en los noventa arrasó en los casinos gracias a un sistema legal para ganar en la ruleta que, aplicado por él y su familia, les convirtió en millonarios. De ello salió hasta una película, Los Pelayos (2012). Para los aficionados al flamenco es un locutor de los años setenta que se convirtió en el productor que impulsó discos de Labordeta, Lole y Manuel y, sobre todo, Triana. ¿Es el padre del rock andaluz? "No tanto, no tanto, aunque...", sonríe. Para los cinéfilos, es el director de la comedia underground Vivir en Sevilla (1978), Alegrías de Cádiz (2013) y correalizador del documental Nueve Sevillas (2020) junto a Pedro G. Romero —gurú intelectual de la revolución flamenca—. "El cine es con mucho lo que más me llena", confiesa. Y por eso se planteó, y ha completado, un reto: rodar un puñado de películas en un año (de abril de 2021 a abril de 2022). Lo que en origen iban a ser siete se han convertido en 10+1 (más uno porque finalmente él no pudo dirigir una, Arde, por la covid), dos de las cuales ya se han visto en el festival argentino Bafici. Sus trabajos previos podrán recuperarse en la retrospectiva que desde el 23 de mayo le dedican Documenta Madrid y el Museo Reina Sofía. Y en esta entrevista habla de todo ello y de más. De su futura poligamia, de su pasión por desobedecer, de su investigación acerca de la conjetura de Goldbach y los números primos... García-Pelayo es único. Presidente de la Academia de cine, por fin un cargo deseado Por fin, tras 48 horas de silencio, el viernes por la tarde la Academia de Cine hizo públicas las ternas a aspirantes a la presidencia de la institución. Y eran cuatro: hay interés en presidir la Academia. Los equipos los encabezan la productora Valérie Delpierre, la actriz Luisa Gavasa, la directora de fotografía Teresa Medina y el director y crítico Fernando Méndez-Leite. A Valérie Delpierre que ha estado detrás de películas como Verano 1993 o Las niñas, le acompañan para las vicepresidencias la actriz Amparo Climent y la guionista Alicia Luna. La terna de Luisa Gavasa, Goya por La novia e intérprete en títulos como Incierta gloria o Campeones, la completan el director Juan Vicente Córdoba y la guionista Virginia Yagüe. La candidatura presentada por Teresa Medina, responsable de la fotografía de Cosas que nunca te dije y La rosa de piedra se completa con la documentalista Pilar Pérez Solano y la diseñadora de vestuario Cristina Rodríguez. Finalmente, con Fernando Méndez-Leite, una de las personas más respetadas del cine español y de las que mejor conocen su historia, están el productor Rafael Portela (que ha sido vicepresidente estos años con Mariano Barroso) y la actriz Susi Sánchez. Ayer hubo un acto de presentación que resultó algo bronco, porque algunos académicos decidieron no hacer preguntas a los aspirantes sino dar opiniones, lo que no estaba en el espíritu del evento. El 4 de junio serán las elecciones, y no dejo de pensar que hay una candidatura anecdótica, dos que podrían haber ido fusionadas (y no que ahora dividirán sus apoyos), y una cuarta que parece la ganadora. Veremos. Estrenos de la semana Hemos seleccionado estos cuatro: ENNIO: EL MAESTRO. Giuseppe Tornatore Es la crítica de la semana de Carlos Boyero: "Giuseppe Tornatore no ha olvidado que la emoción que compartió un público masivo al ver su película Cinema Paradiso tenía una deuda trascendente con la preciosa música que compuso para ella Morricone. Tornatore le hace un sentido homenaje mediante el testimonio de mucha gente ilustre que trabajó con él o que siguió muy de cerca su obra. Nadie expone quejas. Y sus alabanzas parecen sinceras". Podéis leer la crítica aquí. LA CONFERENCIA. Matti Geschonneck Escribe Javier Ocaña, a cuenta de la película que cuenta la reunión nazi que instauró el Holocausto industrializado: "El director, en su tercer largometraje, y primero estrenado en España, asume con buen criterio que no puede hacer nada en su puesta en escena que enturbie la gelidez de las palabras y los planes de aquellos hombres. ". Podéis leer la crítica aquí. UN NUEVO MUNDO. Stéphane Brizé También Ocaña apunta: "En la película, con bellos fragmentos de música barroca en los interludios, hay credibilidad, emoción, desesperanza, derrota. Y así un día tras otro. ¿Demasiadas tazas del mismo caldo? ¿No estará Brizé apuntándose a una cierta ola tremendista del cine social europeo? No". Podéis leer la crítica aquí. ELES TRANSPORTAN A MORTE. Samuel M. Delgado y Helena Girón Elsa Fernández-Santos explica: "Es una indagación poderosa de la cara B de la Historia a través de tres náufragos de Colón, tres fugitivos que, ya en pleno viaje y ante las Canarias, huyen de su destino arrastrando una de las velas de las tres famosas carabelas. En paralelo a lo que ocurre en la tierra volcánica de las islas, en Galicia, la imagen se concentra alrededor de otro viaje, el de dos mujeres". Podéis leer la crítica aquí. Hasta la semana que viene, ya desde Cannes. En Twitter, para cualquier consulta, soy @gbelinchon |