Drones en el Kremlin y después, ¿qué?

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Jueves, 11 de mayo de 2023

Drones en el Kremlin y después, ¿qué?

Manuel Altozano

Drones en el Kremlin y después, ¿qué?

Fotograma de un vídeo que muestra la interceptación de un dron sobre una cúpula del Kremlin, en Moscú, el pasado día 3. / OSTOROZHNO NOVOSTI

Hay ataques contra edificios simbólicos que provocan que el mundo se tambalee. Los atentados de Al Qaeda contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, provocaron la invasión de dos países por parte de Estados Unidos: Afganistán e Irak. El pasado 3 de mayo, el mundo vio cómo dos drones fueron interceptados sobre el segundo centro de poder político y militar del planeta y el primero de Rusia, el Kremlin, provocando un pequeño incendio en su cúpula. Tras el supuesto golpe al equivalente ruso a la Casa Blanca, el equipo de comunicación de Vladímir Putin se apresuró a asegurar que la acción suponía un intento de asesinato contra el presidente ruso y anunció represalias.

Reacción del Kremlin. Sin embargo, más de una semana después, el equilibrio de fuerzas que Ucrania y Rusia mantienen en el frente no ha sufrido cambios significativos. El supuesto ataque no ha provocado hasta el momento la temida escalada que se esperaba por parte de la que, sobre el papel, es la segunda potencia militar a nivel global, más allá de los bombardeos masivos en territorio ucranio que el Kremlin venía lanzando ya desde antes.

Estados Unidos y la OTAN alertaron al inicio de la guerra de la posibilidad de que Rusia podía orquestar una operación de falsa bandera –un ataque encubierto contra el país o sus intereses para intensificar su asedio sobre Kiev–, una tesis que han abrazado algunos medios independientes del país y han sugerido algunos analistas y el Gobierno de Volodímir Zelenski, que ha negado la autoría en los ataques con drones.

Pero, más allá de que lo sea o no (no hay pruebas al respecto), lo que sí mostraría el incidente es una extrema debilidad defensiva rusa por su incapacidad de interceptar los dos vehículos no tripulados hasta que se encontraron a escasos metros del palacio presidencial. Así lo analizaba desde Bruselas María R. Sahuquillo:

Día de la Victoria. Hasta el momento, el incidente no ha producido una escalada en el terreno de batalla, pero sí en la retórica bélica, recrudecida esta semana por Moscú. El expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dimitri Medvédev, se apresuró a pedir "la eliminación física" del presidente ucranio "y su pandilla". Pero donde más se reflejó este órdago verbal fue en el discurso de tono victimista del presidente Vladímir Putin durante la desangelada celebración –sin público y con enormes medidas de seguridad– del Día de la Victoria (9 de mayo), la fiesta que conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi en 1945. Putin acusó a Occidente de buscar la destrucción de Rusia y sostuvo que su supervivencia dependía de la guerra contra Ucrania. Así lo contó desde Moscú Javier G. Cuesta:

Este año, la gran fiesta nacionalista rusa, potenciada hasta el extremo por el presidente Putin, no ha tenido el brillo de los fastos del año pasado, cuando Moscú, solo dos meses después de iniciar su invasión, celebraba el éxito de su ofensiva y estaba a punto de tomar la simbólica Mariupol. En esta ocasión, la conmemoración ha llegado precedida, no solo del misterioso ataque al Kremlin, sino de una oleada de sabotajes ferroviarios y operaciones con drones, en suelo ruso y en la ocupada Crimea, contra medios de transporte e infraestructuras energéticas, lo que ha incrementado la tensión. Tal y como contaba nuestro compañero Javier en otras dos crónicas:

El desfile militar, con exhibición de tropas, misiles y blindados, se produjo, aunque no la tradicional marcha ciudadana a la que los asistentes acuden con parafernalia soviética y fotos de sus antepasados que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Tampoco la recepción del presidente a los veteranos. La foto que más ha circulado del evento es esta de un solitario tanque T-34 de los fabricados por la URSS en los años cuarenta y cincuenta y utilizado en la Gran Guerra Patria, como la denominó Pravda, el periódico oficial de la URSS, en 1941.

Un tanque soviético T-34, en el desfile del Día de la Victoria, este martes en Moscú.

Un tanque soviético T-34, en el desfile del Día de la Victoria, este martes en Moscú. / EFE

No hay sitio para la paz. Tras la entrevista realizada por la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, al presidente brasileño Lula da Silva, postulándose como adalid de la paz, pero equiparando a invasor e invadido, y la de Gustavo Petro comparando la invasión rusa de Ucrania con las de EE UU en el continente americano, el secretario general de la ONU, António Guterres, mostró su pesimismo sobre la posibilidad de un alto el fuego en esta conversación con los periodistas Miguel González y Lucía Abellán:

El peso de la corona. No solo en Moscú han estado esta semana de fiestas y desfiles. También en Londres, donde, el pasado sábado, se celebró la ceremonia de coronación de Carlos III, la única religiosa de todas las monarquías europeas y que se remonta a 1066 con Guillermo I el conquistador. El acto, celebrado en la abadía de Westminster, contó con todos los ingredientes y el boato para llenar páginas y páginas de papel cuché: la corona de San Eduardo, dos cetros (uno que representa el poder terrenal y otro, el espiritual), el orbe real (esa esfera dorada que simboliza el mundo) y la scone, la piedra que representa el sometimiento de Escocia a los monarcas británicos.

El arzobispo de Canterbury ungió al monarca en el pecho, la cabeza y las manos con aceite de oliva –no de ballena, como a sus antecesores– y hubo desfile de ensueño hasta el palacio de Buckingham, en carroza dorada para saludar allí a la multitud desde el balcón. Nuestro corresponsal en Londres, Rafa de Miguel, lo relató así:

Y si prefieren ver cómo fue el rito de coronación, aquí recuperamos este vídeo:

Foto de la familia real británica tras la coronació de Carlos de Inglaterra, el pasado sábado en Londres.

Foto de la familia real británica tras la coronació de Carlos de Inglaterra, el pasado sábado en Londres. / HUGO BURNAND (AFP)

Tratándose de la casa real británica, una familia rodeada de escándalos que a lo largo de los años han hecho las delicias de todos (menos, probablemente de ellos mismos), el oro del evento, más que en los atributos reales, estuvo en los detalles, en los gestos de sus protagonistas. Camila, primero amante y después segunda esposa del entonces príncipe Carlos tras la muerte de Diana de Gales en 1997, se sentó junto a su esposo durante el acto religioso y por fin obtuvo el título de reina, desterrando el adjetivo "consorte".

El príncipe Guillermo, heredero del trono, felicitó a su padre con un beso, lo que contrastó con el papel de segundón de Enrique, su díscolo hijo menor –el que acusó de racismo a su familia–, sentado en tercera fila junto a su tío Andrés, repudiado por su amistad con el millonario pedófilo Jeffrey Epstein y juzgado por abuso sexual a una menor.

Kate Middleton, la princesa de Gales, brilló con su uniforme de Dama de la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana y tocada con las joyas de Lady Di, mientras que Meghan Markle, esposa de Enrique, decidió quedarse en su residencia de Estados Unidos. Sí asistió lo más granado de las monarquías europeas, incluidos los reyes de España, Felipe y Leticia, pero sin el emérito. Nuestra compañera María Porcel se encargó de la crónica social:

El candidato depredador. Los escándalos VIP también se dieron esta semana al otro lado del charco. El mismo día en que las tropas rusas desfilaban por la plaza Roja para conmemorar el Día de la Victoria, el expresidente y candidato republicano a la presidencia de EE UU, Donald Trump, sufrió una severa derrota. Los nueve miembros del jurado de un tribunal de Nueva York lo declararon culpable de abuso sexual y difamación contra la periodista E. Jean Carroll al considerar probado que, en 1996, ejerció contacto sexual mediante fuerza física contra su víctima en un probador de unos almacenes de lujo en Manhattan. Trump no irá a la cárcel, sino que tendrá que pagar una indemnización de cinco millones de dólares a Carroll, al tratarse de un juicio civil.

Una mujer muestra un cartel con la frase "Trump es un depredador sexual", a las afueras de un tribunal de Manhattan, en Nueva York, este martes.

Una mujer muestra un cartel con la frase "Trump es un depredador sexual", a las afueras de un tribunal de Manhattan, en Nueva York, este martes. / SPENCER PLATT (Getty Images via AFP)

Pero se trata de la primera condena de la ristra de acusaciones que arrastra el mandatario, entre la que destaca la del pago de 130.000 dólares en 2016 a la actriz porno Stormy Daniels para que guardara silencio sobre una supuesta relación extramatrimonial entre ellos y no perjudicara su carrera a la presidencia. La crónica es de la corresponsal en Nueva York, María Antonia Sánchez-Vallejo:

La condena le ha dejado tocado ante su nueva candidatura a la Casa Blanca pese a que sigue aventajando en las encuestas al actual presidente, el demócrata Joe Biden. Trump mantiene su mantra conspiranoico que tan buenos resultados demoscópicos le ha dado hasta ahora: que es solo la víctima de una caza de brujas y una conspiración político-judicial contra él y el país. ¿Seguirá en nuevo bulo incrementando sus apoyos de cara a las presidenciales del año que viene? Lo sabremos en las próximas semanas.

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