Hola a todos: Si veías cine en 2006 o 2008, sabías perfectamente quién era Gerard Butler, y que era el siguiente en la lista para alcanzar el estatus de estrella. Se comía 300, la adaptación al cine del cómic de Frank Miller, se salía en RocknRolla, de Guy Ritchie, incluso había pasado con éxito por el cine infantil en la muy interesante La isla de Nim. Y de repente el desplome: un par de malas elecciones, como la comedia La cruda realidad, con Katherine Heigl, un acento cerrado que el escocés no era capaz de esconder y un rumor sobre su opción sexual que le lastró su carrera en Hollywood. Porque Hollywood es pacato. Peor aún, ultraconservador. Como decía en Barcelona hace unas semanas Susan Sarandon, "Hollywood ni es liberal en absoluto, ni ama el cine: a Hollywood solo le interesa el dinero". Estaremos de acuerdo en que la orientación sexual de cada persona es un asunto personal que importa cero en la carrera profesional (y si no estás de acuerdo, más vale que abandones esta lectura). En Hollywood opinan lo contrario. Los ejecutivos de medio pelo creen que si alguien es homosexual no vale para la comedia romántica. En fin, un sinsentido con mil razonamientos en contra. Butler con los años se ha confesado bisexual. En 2022 en Movieline apuntó: "Hablo de mi sexualidad sin pudor, no tengo ningún problema, pero siempre hay quien lo tergiversa todo. La gente parece intimidarse con este asunto y no lo entiendo. Cada vez que hablo de ello, es malinterpretado y exagerado. Gerard Butler es gay. He estado con mujeres y también con hombres, pero no soy homosexual. Ni siquiera yo mismo sé lo que soy". Esa etiqueta y otros desastres antes señalados le hicieron casi desaparecer del cine, a excepción de la estupenda trilogía protagonizada por su agente del servicio secreto Mike Banning, siempre preparado para defender al presidente de EE UU (y eso que algún rodaje debió de ser tenso, tenso), y la película de desastres naturales Greenland. Perfil bajo, supervivencia en la serie B. Esa serie B ha salvado a Butler. Hace unos meses, en El piloto, daba vida a un creíble comandante de aviación en una compañía de muy bajo coste que acaba luchando por salvar a su pasaje en Filipinas. Y la semana que viene estrena Operación Kandahar, un chaochao entretenido, que mezcla demasiadas cosas de Oriente Medio, en la que da vida a un exgente británico a sueldo de la CIA. Con todo, funciona. Jason Statham, tiembla, que Gerard Butler viene a arrebatarte tu puesto de rey de las aventuras de la serie B. Los de los cines de barrio disfrutaremos del combate. Una semana variada Un repaso por los temas que hemos publicado en EL PAÍS y que han sido noticia en el mundo del cine. James Ivory sigue en activo a los 94 años. Es curioso que tras una larguísima carrera, James Ivory ganara su primer Oscar hace menos de un lustro con el guion de Call Me By Your Name. Sigue en activo, como recuerda en esta entrevista con Álex Vicente. Además de sus memorias, Solid Ivory, publicadas hace algo más de un año, se preparan dos documentales sobre su vida y su obra: Merchant Ivory, sobre su relación con su productor, Ismail Merchant, e In Search of Love and Beauty, que contará con las opiniones de los actores que convirtió en estrellas. Ivory, además, presenta el documental que ha codirigido con Giles Gardner, James Ivory, el largo viaje, que acaba de estrenar Filmin. "En él, visiona de nuevo las imágenes filmadas durante el viaje que hizo a Afganistán a los 32 años para rodar una película financiada por la familia Rockefeller, que nunca llegó a montar. Regresar al año 1960 le permite relatar cómo era el Kabul de la época, 'una ciudad de casas de barro, antes de la llegada de los soviéticos, los estadounidenses y los talibanes'. Pero también narrar su juventud en Oregón, su despertar sexual", escribe Álex, a quien el cineasta le explica: "Estos redescubrimientos han sucedido siempre, en todas las artes. La diferencia es que a mí me pasa sin haber muerto todavía". Beatriz Navas dimite como directora del ICAA. Las noticias las buscas o te buscan. La dimisión de Beatriz Navas -que ha estado cinco años en su cargo, la segunda con mayor duración en el puesto- como directora del ICAA, el organismo responsable del cine en el Ministerio de Cultura, pertenece a la segunda categoría. Pero hubo que elaborarla, explicar las razones de su abandono, describir lo hecho y lo por hacer, y hablar con algunas fuentes. Cuento este proceso (que a los lectores no debería de importar, porque en puridad solo importa la noticia), porque tras el adelanto de la exclusiva de EL PAÍS, otros medios retorcieron la historia de forma torticera, hasta el punto que, sinceramente, pensé que hablaban de otros hechos. Así os lo hemos contado en EL PAÍS. Los coletazos de Cannes que aún nos alcanzan. Dos historias más a cuenta del festival de Cannes que acabó hace unos días. Primera, la polémica surgida tras el discurso militante de Justine Triet al recoger la Palma de Oro. En la Francia política, se lio. Marc Bassets hace un análisis del poder de aquellas palabras, de lo que significan... y de a quiénes les escocieron. La segunda es este perfil de Sandra Hüller, la actriz alemana de las dos películas que mejor salieron en el palmarés de Cannes, Anatomía de una caída (Palma de oro) y La zona de interés (Gran premio del jurado). Popular gracias a Toni Erdmann, y a ese momentazo en que cantaba Greatest Love of All, Hüller está ahora en los mejores proyectos europeos, por su capacidad de insuflar vida de manera sencilla a personajes de extrema complejidad. Sandokán ha estado en la feria del libro de Madrid. Cuando yo era niño (muy crío, cuidado), no había serie como Sandokán, la adaptación italiana de las novelas de Emilio Salgari. Fue un bombazo. Y en España, el actor indio Kabir Bedi, que interpretaba al pirata malayo Sandokán, una estrella. Más de cuatro décadas después, Bedi ha presentado, en la Feria del Libro de Madrid, Historias que debo contar (Amok ediciones), que narra desde sus inicios como joven periodista que logra entrevistar a The Beatles en Bombay hasta su peripecia actoral que le lleva de Bollywood hasta Hollywood, pasando por la fama europea, especialmente en España y en Italia (donde le han nombrado cavaliere y ha participado en un reality show similar a La isla de los famosos). Como cuenta Sergio C. Fanjul, que estuvo con Kabir Bedi, en el volumen "no tiene pudor en contar su vida sentimental, ni inconveniente en relatar detalladamente la realidad sociopolítica de cada época de su vida". Y Bedi explica: "Los que no tienen éxito temen no conseguirlo nunca. Los que lo tienen temen perder su fama. He visto enormes triunfos y grandes tragedias: es parte de este negocio". Pablo Larraín: Pinochet era un vampiro Esta noche, cuando arranque la nueva edición del festival de cine de Huesca, el chileno Pablo Larraín recibirá el premio Ciudad de Huesca Carlos Saura. Soy un gran admirador de la carrera del cineasta chileno, que no tiene película mala ni tibia. Incisivo, frío, cirujano del alma, y con un talento para lo visual excepcional, Larraín ha firmado obras maestras como No, El club, Tony Manero, Jackie o Ema, y a mí me gusta la parte fantasmagórica de Spencer. Ahora mismo está a punto de estrenar (¿en Venecia?) El conde, producida por Netflix, en la que Alfredo Castro da vida a Augusto Pinochet, un dictador que no ha muerto: es un vampiro con 250 años de vida, y desea por fin morir. Y Larraín está preparando Maria, con Angelina Jolie como María Callas, con la que concluye la trilogía sobre mujeres que cambiaron el siglo XX, tras Jackie y Spencer. Si estáis cerca de Huesca, acercaos a escucharle. Lo que estoy leyendo: 'Ghibli, una historia de amor', de Toshio Suzuki Toshio Suzuki lleva treinta años en el estudio Ghibli. Es uno de sus productores estrella, como parte de clásicos animados de renombre mundial. Es más, está detrás de Kimitachi wa dô ikiru ka, la que ahora sí que parece la última película de Hayao Miyazaki. Suzuki pertenece a la categoría de nombres de Ghibli pocos conocidos por el gran público y sin los cuales las dos estrellas de Ghibli, Miyazaki e Isao Takahata no hubieran podido crear su filmografía. Miyazaki dijo una vez: "Sin Suzuki, no hubiera existido Ghibli". En 2018 Suzuki escribió Mixing work with Pleasure: My Life at Studio Ghibli, su experiencia vital en la empresa, que ahora por fin ve la luz en España editado por Confluencias, traducido por Laura Olvera y bajo el título Ghibli una historia de amor. Es una lectura maravillosa, con bastante humor y que aclara el proceso de trabajo y camaradería en Ghibli. Aún quedan horas de feria de libro de Madrid, antes mencionada, y esta podría ser una gran compra. Estrenos de la semana Aquí van los tres estrenos destacados de una semana en la que el sindicato de directores han alcanzado en EE UU un principio de acuerdo con las majors y las plataformas, los guionistas siguen en la calle, y los actores calientan motores para sumarse a la huelga: EL MAESTRO JARDINERO. Paul Schrader A Carlos Boyero le ha interesado en parte la nueva película de Paul Schrader, una inmersión en el racismo, las distancias de clase y la marca social que dejan los neonazis: "Schrader crea cierta atmosfera. Veo y escucho sin pasión El maestro jardinero, pero tampoco me aburro. Me intriga lo que ocurre". Podéis leer la crítica aquí. LA DESCONOCIDA. Pablo Maqueda Cuenta Javier Ocaña que Pablo Maqueda adapta la obra de Paco Bezerra con menor carga sociopolítica y mayor sentido del espectáculo: "La seducción de la incomodidad en el cine. Esa sensación que no gusta a demasiados, pero que nos apasiona a unos pocos. Sentirse desequilibrados, y a la vez concernidos, por una temática, unas actitudes y unos subtextos fuera de la lógica de la razón, aunque dentro de la complejidad del ser humano y de nuestra sociedad". Podéis leer la crítica aquí. UN BLANCO FÁCIL. Jean-Paul Salomé Isabelle Huppert ha llegado a sus 70 años sin ápice de desgaste: sigue buscando nuevos personajes y guiones con enjundia. Como este Un blanco fácil, un drama que al inicio habla de sindicalismo y corrupción, y pronto entrará en el desprecio machista reflejado en el ninguneo a una mujer atacada en su propia casa. Es una historia real de la que Elsa Fernández-Santos ha escrito: "Toda la tensión de la película recae en la interpretación de Huppert, en su capacidad para atraer y repeler a partes iguales, obsesiva y gélida en su uniforme de guerrera: pintalabios rojo, tacón, gafas y flequillo rubio. Su trabajo merece la pena". Podéis leer la crítica aquí. Antes de despedirme, insisto en el recordatorio: en EL PAÍS hemos conformado un equipo de investigación sobre el abuso y el acoso sexual en el cine español. Si lo has sufrido o conoces a alguien que lo haya sufrido, Elena Reina (ereina@elpais.es), Ana Marcos (amarcos@elpais.es) y yo mismo (gbelinchon@elpais.es) estamos para escucharte. Hasta el viernes que viene. En Twitter, para cualquier consulta, soy @gbelinchon ¿Nos ayudas? Reenvía esta newsletter a tus contactos o diles que se apunten aquí. |