Buenas tardes,
Empiezo a escribir esta newsletter y recibo un mensaje de WhatsApp de Ibrahim desde el hospital Al Aqsa de Deir el Balah, en el centro de la franja de Gaza. Es un estudiante de quinto año de Medicina, que se ha convertido en doctor a la fuerza desde octubre, cuando se ofreció como voluntario en este centro médico, desbordado por los heridos de los bombardeos.
“Surviving” (sobreviviendo), dice, a modo de saludo, con un emoticono. Mi respuesta se queda sin leer. Puede permanecer así horas e incluso días. Llevamos semanas en contacto, pero hasta ahora ha sido imposible mantener una conversación estable con él debido a los cortes de internet que sufre la Franja y a las condiciones de vida de Ibrahim, que a veces ni siquiera puede cargar su móvil.
En sus escuetos mensajes, este veinteañero explica que ha hecho operaciones que no estaba preparado para hacer, muestra fotografías de heridas terribles que ha limpiado y curado en niños muy pequeños, insiste en que quiere salir de ese infierno, pero no se siente capaz de dejar el hospital porque ya no quedan apenas médicos y además hay bombardeos y combates muy cerca.
Su testimonio y las conmovedoras palabras de Ruba, una doctora de Médicos Sin Fronteras, están incluidos en un reportaje sobre la situación crítica de los hospitales de la Franja. “Sigo pensando que los que murieron en los primeros días de bombardeos tuvieron mucha suerte”, me decía. Confieso que es frustrante como periodista no poder contar más y mejor qué está ocurriendo en Gaza. Lo que nos llega, gracias a los valientes reporteros locales y a los testimonios recogidos a distancia, es solo la punta visible del iceberg.
Justamente para paliar los apagones de internet que sufre la Franja, una influencer egipcia tuvo la idea de comprar tarjetas móviles digitales para los habitantes de Gaza. En la entrevista que le hizo Marc Español, nuestro compañero en El Cairo, contó que hasta ahora se han enviado virtualmente 130.000 eSim, que se pueden comprar en cualquier lugar del mundo y se activan a distancia con un código.
En una semana en que el Tribunal de la ONU en La Haya ordenó a Israel, a instancias de Sudáfrica, que no siga cometiendo “actos de genocidio” contra la población de Gaza, también publicamos un reportaje de nuestro compañero Joost Bastmeijer desde Ciudad del Cabo. En las calles sudafricanas, las manifestaciones de apoyo a Palestina se mezclan con un cierto miedo por parte de la comunidad judía, la más importante de África, que teme ser blanco de ataques y discriminación.
Más allá de Gaza, esta semana hemos publicado varios temas africanos que vale mucho la pena leer. Por ejemplo, el reportaje a cuatro manos de Ana Carbajosa, desde Londres, y Pablo Linde, desde Monrovia, sobre cómo la retirada de fondos de cooperación del Reino Unido amenaza con revertir el camino hacia la eliminación de las llamadas enfermedades olvidadas en varios países africanos.
También en el ámbito de la salud, hemos destacado el alarmante avance del cólera en África y el inicio de la primera gran campaña mundial de vacunación contra la malaria, que arrancó en Camerún.
Y por último, Patricia R. Blanco entrevistó a Siddharth Kara, autor del libro Cobalto rojo, recién traducido al español. Cuando se lee, se mira de otra manera el teléfono móvil, ya veréis. Pero pese a eso, ¡seguid leyéndonos!
Hasta la semana que viene. |