Alberto Núñez Feijóo pudo respirar anoche aliviado: no solo logró que el PP conservara la Xunta en Galicia sino que su principal rival, Pedro Sánchez, recibió un fuerte correctivo. Los socialistas gallegos cayeron de 14 a 9 escaños, pero no parece que la amnistía que el PSOE promueve para los independentistas catalanes tuviera mucho que ver, porque buena parte de sus votos fueron a parar al Bloque Nacionalista Gallego, que la defiende sin complejos.
Los socialistas no pudieron resistir la fuerza de arrastre del BNG, que se hizo con el voto útil de la izquierda. Bajo el sólido liderazgo de Ana Pontón, logró 25 diputados, seis más que en 2020. Con este resultado, se consolida como la segunda fuerza. Lo explica Xosé Hermida en esta crónica general. Y aquí tenéis nuestro editorial sobre los resultados.
Con esta quinta mayoría absoluta consecutiva, el PP gallego ha demostrado la gran capacidad de resistencia que le otorgan tantos años de poder absoluto: no en vano ha estado al frente de la Xunta 36 de los 42 años de gobierno autonómico. Aunque ha perdido dos diputados, con el aumento de la participación ha ganado 70.000 votos.
Feijóo ha salvado los muebles pero su imagen se ha resentido. Su errática campaña ha hecho sufrir a los suyos hasta el último minuto, y tal vez por eso, acogieron con euforia los resultados.
Elsa García de Blas explica que el PP temió perder la mayoría, pero los 40 diputados obtenidos permiten a Feijóo acallar las voces críticas que le estaban esperando para cuestionar su estrategia.
Ana Pontón ha logrado el mejor resultado para el BNG, y triplica la fuerza del PSG. “Galicia ya ha cambiado”, proclamó. El hecho de que su principal fortaleza esté entre los jóvenes y en el medio urbano consolida sus expectativas de futuro. Javier Casqueiro escribe que la expectativa de una alternativa progresista no se ha cumplido porque el PP “ha sabido somatizar el galleguismo, no como una ideología, sino como sentimiento” y aunque el buen resultado del BNG demuestra que “los gallegos han perdido el miedo a una fuerza nacionalista”, para que la alternativa cuaje se necesita que toda la izquierda sume.
El resultado del PSdeG, el peor de su historia, es un jarro de agua fría para Ferraz. El trasvase de votos al BNG relega a los socialistas a la tercera posición. Se ha consolidado un voto dual que le beneficia en las generales, pero le perjudica en las autonómicas. Y como escribe Anabel Díaz, Galicia se ha convertido en otro síntoma del retroceso territorial del PSOE. Con excepción de Cataluña, donde el PSC es primera fuerza, y de Asturias y Castilla-La Mancha, donde gobierna, en el resto de España está retrocediendo peligrosamente.
Mayor es aún el batacazo de las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE. Sumar ni siquiera se aceró al 5% de votos que se exigía en cada circunscripción y Podemos ha desaparecido del mapa. Ambos han sido duramente castigados. El drama de esta izquierda es su pertinaz tendencia a la escisión y el enfrentamiento interno, y cuando el electorado la castiga por ello, el conjunto de la izquierda sufre las consecuencias.
Vox también fracasó en su intento de entrar en el Parlamento gallego. Y la paradoja de la noche fue que los que se mostraban más exultantes eran en realidad los más insignificantes: Democracia Orensana, que obtuvo su ansiado diputado, pero no servirá para ninguna mayoría. |