Doña Lidia se está recuperando de una parálisis facial. Cree que es producto de la angustia. Lleva buscando a su hija Juliva desde el 10 de julio de 2014, cuando salió de casa para ir a la Universidad Pública de El Alto (Bolivia) y nunca más volvió. “Me dijeron que si seguía buscándola, yo iba a morir”, me contó cuando la entrevisté en un hotel de La Paz. Pero ni doña Lidia ni doña Lorenza, que también lleva años buscando a su hija Juliana, se han rendido. Siempre me ha conmocionado cómo las madres persisten en la búsqueda de sus hijos, cómo contra viento y marea estas mujeres, como doña Lidia, se enfrentan a autoridades y poderes, a veces corruptos, para encontrar a sus seres queridos. Cómo cuando las madres no están, lo hacen las abuelas.
Pero, ¿cómo entrevistar a personas que han sufrido tanto? No se les debe pedir que narren su trauma porque revivirlo puede resultar demasiado doloroso. Sin embargo, estas dos mujeres, que hablan aymara entre ellas, me dicen que tienen la esperanza de que sus hijas lean la historia y sepan que sus madres las buscan. O de que alguien vea sus fotos y las reconozca. Y aunque la experiencia me recomienda que cree un clima de confianza antes de comenzar la entrevista, no tengo tiempo: doña Lidia me empieza a contar lo que sucedió desde que me ve entrar por la sala.
Me acompaña el fotógrafo boliviano Manuel Seoane. Y una cosa es hablar y otra que te retraten. Pero él se gana la confianza de estas dos cholas paceñas mucho más allá de las cuatro paredes de la sala en la que estamos. Queda con doña Lidia unos días más tarde para pasear por una de las zonas rojas de prostitución de El Alto, el distrito 12 de octubre, lleno de prostíbulos. De esos mismos burdeles, la policía ha rescatado a decenas de menores.
También en esta semana le hemos dedicado otro reportaje a las mujeres que sostienen la salud pública mundial, seis millones de trabajadoras que ofrecen atención maternoinfantil o campañas de vacunación en comunidades de todo el mundo y que cobran salarios mínimos. Otras ni siquiera tienen sueldo.
Desde Nigeria, Adejumo Kabir, nos narra la represión contra la población LGTBIQ, donde decenas de personas han sido arrestadas por asistir a bodas gais: en agosto unos 70 jóvenes fueron detenidos en el Estado de Delta, al sur del país, acusados de organizar una boda gay y otras 76 personas fueron detenidas en octubre por organizar un evento parecido en el Estado de Gombe, al noreste del país. Se enfrentan a 14 años de prisión.
Les recomiendo esta semana el análisis de Gonzalo Fanjul, sobre la marcha de las negociaciones para llegar a un acuerdo multilateral de pandemias. Les adelanto el diagnóstico: van por mal camino, pese a que hay mucho en juego, en concreto, la posibilidad de evitar que la próxima crisis infecciosa global se convierta en otra catástrofe personal y colectiva.
Pero no quisiera terminar la newsletter sin una noticia esperanzadora: Costa de Marfil, granero mundial del cacao, aspira a transformar ‘in situ’ toda su producción con un ambicioso plan estatal que pretende reapropiarse de todo el proceso, controlado mayoritariamente por manos extranjeras.
Muchas gracias por leernos |