José Graziano da Silva lo ha sido todo en la lucha contra el hambre. El hombre que ideó el programa Hambre Zero, con el que más de 40 millones de personas salieron de la pobreza en Brasil, y ex director general de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), me habló hace un par de semanas en Madrid sobre el papel clave del de los Estados para erradicar la inseguridad alimentaria y sobre la necesidad de fomentar una dieta saludable ante la “epidemia de obesidad” que afronta el mundo. Pero a veces no todo cabe en una entrevista. Y en la newsletter de este miércoles quiero traerles una de las anécdotas que me contó sobre el papel central de la mujer en la batalla contra la inequidad, un detalle que valdría para otro reportaje.
Charlábamos sobre cómo el hambre golpea con más dureza a las mujeres rurales, especialmente en África y en América Latina. “Son familias muy grandes, con un gran número de niños, y son mujeres abandonadas por su marido que migra”, me dijo.
—Yo creo que hay que buscar políticas específicas para enfrentar este tema.
—¿Cómo cuáles?
—En Brasil, armé un experimento de dar la misma plata a la mujer y al hombre. Se la dábamos en un camión con el que llegábamos a pueblos donde no había bancos. Luego medíamos cómo habían gastado esa plata el hombre y la mujer hasta que llegaban a su casa. Y había una diferencia de hasta el 20% a favor de la mujer, porque ahorraba más la plata y gastaba más en alimentos que los hombres.
—¿Las mujeres gastan mejor?
—Sí, y por eso adoptamos la decisión de dar el beneficio siempre a la mujer: primero a la madre; si esta no está, a la abuela; si la abuela no está, a la hija mayor.
—¿Y funcionó?
—Por supuesto, aunque me costó ir al Tribunal Supremo de Brasil, porque me acusaron de discriminación. Ganamos. Pero en esa época, hace veintipicos años, había una gran resistencia a creer que la mujer administraba mejor la plata… Hoy en día es consenso.
También me habló del rol fundamental de las mujeres, esta vez en la resolución de conflictos, Mohammed Qazilbash, director general de Plan Internacional Sudán, en otra reciente entrevista en la que le pregunté por la gran guerra olvidada, un conflicto que ha creado en el país “una crisis humanitaria de proporciones épicas”. “Las mujeres deben desempeñar un papel central de paz”, afirmó el trabajador humanitario. En las negociaciones para buscar una salida a la guerra civil que comenzó el 15 de abril de 2023, con el enfrentamiento entre el Ejército nacional y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido, “solo participan hombres, y necesitamos que las mujeres se sienten en la mesa de negociaciones”.
—¿Por qué?
—Hay sudanesas muy competentes y formadas que deberían estar ahí, a las que simplemente hay que invitar. Y hay que hacerlo porque hemos visto lo que sucede cuando las mujeres se involucran: las cosas se mueven hacia adelante. Es un ejemplo probado.
Esta semana, hemos vuelto a mirar a Gaza, como hemos hecho desde que comenzó la guerra. Mi compañera Beatriz Lecumberri entrevistó al portavoz de Unicef, James Elder, que le contó desde Gaza que los niños “se han dado cuenta de que sus padres ya no pueden protegerlos de las bombas y del hambre”. Desde El Cairo, Marc Español ha puesto los ojos en la historia de los nueve bebés gazatíes, de un grupo de 24 evacuados de la Franja, a los que nadie ha reclamado. Y desde Antioquía, Andrés Mourenza ha narrado la marcha de la reconstrucción de esta ciudad turca milenaria, destruida hace un año por el terremoto que azotó Siria y Turquía.
Si pasan por Palma de Mallorca en Semana Santa, les recomendamos la exposición Agua, Tierra, Fuego, Cuerpo, que exhibe hasta el 25 de mayo en el Centro Cultural La Misericordia las fotografías no oficiales de Guinea Ecuatorial, un conjunto de instantáneas de los alumnos de los talleres de fotografía impartidos por el periodista Diego Menjíbar en el país africano en 2021 a jóvenes de entre 13 y 26 años.
No dejen de leernos. |