Buenas tardes, Miércoles. Día de newsletter. Hoy me toca. Comienzo a revisar los artículos que hemos publicado esta semana en Planeta Futuro, en busca de una frase original, contundente o simplemente conmovedora, con la que empezar este texto y lograr que lo leáis hasta el final (que es finalmente nuestro objetivo). Varias imágenes se van alineando, todas terribles. No puedo elegir ninguna. Me doy cuenta de que en los últimos siete días, los reportajes, tribunas y análisis que hemos difundido reflejan con especial claridad la esencia y los pilares de esta sección: los derechos de la infancia, las políticas migratorias, la violencia contra las mujeres, los conflictos olvidados, el respeto del derecho internacional humanitario... Nuestro colaborador Joost Bastmeijer ha estado en el albergue Hope, en Kigali, donde hay 100 camas vacías esperando a los solicitantes de asilo que el Reino Unido prevé deportar a partir de julio. Además de lo controvertido que resulta que un gobierno decida disuadir la inmigración expulsando a quienes llegan a su territorio, el hecho de que se haya elegido Ruanda, donde el respeto de las libertades básicas y los derechos humanos es más que dudoso, genera abundantes críticas. Vivir en Ruanda "no es un castigo", responde Yolande Makolo, portavoz del gobierno del país africano. Impotencia y dolor. Las imágenes y testimonios que llegan desde Gaza no generan otra cosa. Pasa el tiempo y el sufrimiento y la miseria son más y más hondas. ¿Hasta cuándo la comunidad internacional va a permitirlo?, se preguntan Gonzalo Sánchez-Terán y Gonzalo Fanjul en un análisis centrado en el deceso de más de 200 trabajadores humanitarios, casi todos palestinos, desde octubre, en los ataques del ejército israelí. "Tuvieron que morir siete miembros de la ONG World Central Kitchen, seis de ellos occidentales, para que algunos gobiernos de Europa y el de Estados Unidos emitieran leves críticas contra Israel", denuncian los autores. Esto me lleva a la desoladora tribuna de Soraya Ali, trabajadora de Save The Children, que estuvo en Gaza en una misión humanitaria y escribe sobre los críos que vio en Rafah, en el sur. "La gran cantidad de niños deambulando por la ciudad era abrumadora, casi apocalíptica. Se encontraban descalzos, visiblemente desnutridos y a menudo solos", describe. Merece la pena leer su testimonio. Gaza lleva casi siete meses bajo las bombas israelíes. Sudán sufre una terrible guerra desde hace más de un año. ¿Quién se acuerda? Awatif es refugiada sudanesa, tiene 26 años y en el último mes ha visto morir a dos de sus cuatro hijos de malnutrición, con una semana de diferencia. Malvive en Adré, en la frontera de Chad y Darfur, junto a 140.000 personas castigadas por el hambre, la sed y el trauma de las violencias sufridas, cuenta Patricia Simón, en un reportaje con fotos de Ricardo García Vilanova. Cuando escribo esta newsletter intento terminar siempre con una nota de optimismo. Una buena noticia, una canción, un libro interesante. Esta semana es complicado, pero finalmente, este es el mundo que tenemos y el que intentamos contar. Gracias por leernos y hasta la semana que viene.
|