Llevamos casi nueve meses intentando informar a distancia de las desastrosas y a menudo irreparables consecuencias humanitarias de la guerra en Gaza. El desafío es contar desde lejos, porque Israel no permite a los periodistas extranjeros entrar en la Franja, y sobre todo seguir publicando temas y despertando interés en quienes nos leéis. Para que el horror no se normalice.
A finales de mayo publicamos un reportaje sobre el equipo de natación masculino de Gaza. Digo "el equipo" porque no había otro grupo de jóvenes deportistas preparándose para competir y representar a Palestina en campeonatos internacionales. Quisimos desgranar su historia con un reportaje escrito, pero también con un video de varios minutos en el que ellos hablaran delante de la cámara. No fue nada fácil. Fueron semanas de intercambios de mensajes, de notas de voz y de vídeos con Amjed Tantish, el fundador de esta escuela de natación, y con varios miembros del equipo. También hubo momentos de incertidumbre, porque varios tuvieron que desplazarse de nuevo para salvar la vida y perdimos el contacto durante días.
Hablar de unos pocos es hablar de todos y creo que a través de lo que han vivido estos jóvenes desde octubre se explica el destino de la mayoría de los más de dos millones de habitantes de la Franja: muerte, heridas graves, desplazamiento, exilio, miseria, depresión, terror ante el futuro. En Planeta Futuro creímos además que la levedad que estos chicos experimentaban al nadar en una Gaza aislada del resto del mundo por el bloqueo en vigor desde 2007, cuando todos ellos eran unos críos o ni siquiera habían nacido, era una sensación con la que muchos lectores podrían identificarse. Y así fue. Al día siguiente de la publicación, Javier, se puso en contacto conmigo en nombre de un pequeño club de natación de Zaragoza. Varios padres y madres habían leído el artículo y sentían que no podían quedarse de brazos cruzados. Me contó que ellos habían aprendido a amar este deporte gracias a sus hijos e hijas, que lo practicaban semanalmente. Sus palabras describiendo el orgullo que sienten al ver a sus chavales nadar eran muy parecidas a las que había escuchado de boca de las madres de Yazan Al Kaseeh y Hamoudi Mossalam, dos jóvenes nadadores del equipo muertos en los bombardeos. Han pasado varias semanas y este club de natación ha ido reuniendo apoyos e información para ayudar de forma muy concreta a uno de estos nadadores del equipo. Ojalá se pueda hacer realidad. Empecé a escribir esta newsletter con la intención de hablaros además del otro lado: de los ataques que recibimos en las redes sociales cada vez que divulgamos un artículo en el que los civiles de Gaza aparecen como seres humanos, con nombre, historias y aspiraciones. Pero hoy vamos a quedarnos con lo bonito. Esta semana también hemos publicado temas en los que vale la pena detenerse unos minutos. Sobre África, os recomiendo la entrevista de Rodrigo Santodomingo a Jonathan Hansen, que fue el primer rector negro de una universidad sudafricana y habla sin tapujos de integración y racismo, además de un informe de Amnistía Internacional sobre el abandono que sufren las chicas secuestradas por el grupo terrorista Boko Haram, en Nigeria, cuando son liberadas o escapan, y la fotogalería sobre el drama de las viudas de hombres polígamos en Kenia. Por otra parte, hemos dedicado un espacio especial a los peligros que corre la Amazonia, con una investigación de la ONG Stand.Earth sobre cinco bancos, que dan imagen de sostenibilidad, pero financian la explotación y comercio de petróleo y gas en esta selva, una noticia firmada por nuestra colaboradora Glòria Pallarès, y con un reportaje sobre expertos que intentan predecir el futuro de esta inmensidad verde para protegerla. Gracias por leernos, a diario y en esta newsletter, que cada semana tiene más abonados, lo cual nos pone muy contentas. |