Hace un par de días compartí en un chat de WhatsApp una noticia que me parecía de interés público: España se propone acabar con la transmisión del Chagas de madre a hijo con un cribado para las embarazadas “en riesgo”. Muchos de quienes leyeron la información me dijeron que no habían oído hablar antes del Chagas. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una “enfermedad desatendida”. Y, sin embargo, afecta a nivel mundial a entre seis y siete millones de personas, de los que unos 55.000 viven en España.
La infección, endémica en muchos países de América Latina, la provoca el parásito Trypanosoma cruzi, que se adquiere por el contacto con las heces u orina de las vinchucas (un tipo de chinche). Pero también la puede transmitir una madre a su hijo durante la gestación. Esta vía, la única por la que una persona puede contraer Chagas en España, es la que el Ministerio de Sanidad quiere atajar con una prueba a mujeres embarazadas.
En torno a un 30% de las personas que contraen el parásito desarrolla la enfermedad, que provoca afecciones digestivas y cardíacas y en los casos más graves requiere un trasplante de corazón. Sin embargo, pueden pasar muchos años hasta que se desarrollan los síntomas, por lo que es muy posible que una embarazada con Chagas desconozca que lo tiene. En el artículo explicábamos quiénes eran estas mujeres en riesgo: las de origen latinoamericano, aquellas nacidas en otro lugar pero con madres latinoamericanas y mujeres que hayan pasado un tiempo considerable en una zona endémica. Y por ello, insisto en esta información en la newsletter de esta semana: si todas las mujeres embarazadas que sospechan que pueden tener Chagas se hacen la prueba, se podrá tratar de forma inmediata al bebé si nace con la infección y cortar la cadena de trasmisión, ya que, si es una niña, no lo traspasará en un futuro si tiene hijos. Pueden leer más detalles en este artículo.
Hablar de las enfermedades desatendidas, de los conflictos olvidados y de las pequeñas historias que a veces pasan inadvertidas, pero sirven para explicar el mundo, es uno de los objetivos de Planeta Futuro. Se lo cuento porque ayer fui consciente de lo importante que sigue siendo poner el foco en los temas que, a priori, parecen poco mediáticos. Permítanme que les comparta esta anécdota. Ayer aprendimos, durante un curso de formación a periodistas de EL PAÍS, a usar una herramienta sobre las búsquedas que un concepto suscita en Internet. Hice la prueba con algunos de los asuntos que más nos preocupan en Planeta Futuro: malaria, dengue, inversión del 0,7% del PIB en ayuda al desarrollo… Los resultados que arrojaba la herramienta eran prácticamente nulos. ¿Merece entonces la pena seguir con nuestra labor?
Sabemos que sí. Sabemos que hay que seguir hablando de Burkina Faso, que vive la crisis de desplazados más ignorada del mundo como consecuencia del terror yihadista. Sabemos que no hay que olvidar a las niñas afganas, que llevan más de 1.000 días sin educación. Ni a Gaza, donde esta semana nos preguntamos qué tiene que ver el desarrollo sostenible con una Franja en ruinas.
Y estamos convencidas de que hay que seguir leyendo los casos de éxito que a veces aparecen en las peores circunstancias, como el de las mujeres refugiadas que forman parte del Equipo Olímpico de Refugiados y que representarán en los Juegos de París a los más de 43 millones de personas que se han visto forzadas a abandonar su país.
Muchas gracias por seguir leyéndonos.
Hasta la semana que viene |