Me asombran, a la vez que me sobrecogen, las ideas que son capaces de inventarse algunas personas para aprovecharse de otras. Hoy contamos cómo ‘tiktokers’ sirios utilizan a niños y mujeres que malviven en los campos de desplazados para ganar dinero y seguidores a través de donativos digitales. Hasta mil dólares pueden conseguir al día durante retransmisiones en directo que tratan de conmover a los espectadores, mostrando a seres humanos que han huido de la guerra y sufren hambre. Ese dinero se lo reparten entre el ‘influencer’ y la red social. Los verdaderos protagonistas, aquí convertidos en figurantes, lo hacen para conseguir algo de comida, en una zona, el norte de Siria, donde no hay trabajo y cada vez llega menos ayuda humanitaria. La historia la cuenta la periodista siria Sonya Al Ali, que ha ido a los campos de desplazados a recoger sus testimonios.
Y es que “la guerra trastorna completamente la vida de la gente”, como decía Filippo Grandi, máximo responsable de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en una entrevista con Patricia R. Blanco. Grandi, que ha recibido esta semana el Premio Laurel Olímpico por su implicación en la creación del equipo olímpico de refugiados, asegura que hay normas y medios suficientes para proteger a los que huyen de la guerra y la violencia. “La cuestión (...) es si existe voluntad para protegerlos”. “Cuando a los refugiados se les da una oportunidad, pueden brillar y contribuir a la sociedad”, dice. Uno de ellos es Pur Biel, atleta sursudanés que participó en el primer equipo olímpico de refugiados, y miembro ahora del Comité Olímpico Internacional, que el viernes contó en este artículo su experiencia en primera persona.
Sin embargo, muchos no tienen esta oportunidad. En Gaza, además de la destrucción y el hambre, las enfermedades diarreicas, las infecciones respiratorias y la hepatitis A, entre otras, “ya campan a sus anchas”, alerta en esta tribuna Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, que avisa de que si no se toman medidas ya, es solo cuestión de tiempo que el virus que causa la poliomielitis llegue a los miles de niños que han quedado sin vacunas durante estos nueve meses de conflicto.
Otra imagen impresionante de lo que sufren los niños cuando les rodea la violencia y la pobreza es la que abre esta fotogalería sobre los ciudadanos de Puerto Príncipe (Haití) que han tenido que huir de sus casas por el dominio de las bandas. Una pequeña juega a dar de comer a la cabeza de una muñeca, la única parte del juguete que tiene, a las puertas del colegio donde vive.
Si no han tenido oportunidad de leerla, no se pierdan esta tribuna de Gonzalo Fanjul sobre inmigración. En medio de tanto ruido, mientras los partidos políticos españoles “discuten histéricamente cómo una potencia económica de 49 millones de habitantes acoge a 3.000 niños extranjeros, la economía nacional se asoma al abismo del invierno demográfico”.
Ni tampoco otras historias pequeñas, como esta iniciativa en Nigeria para reducir las muertes maternas a través de motocarros, que ha sido una de las más leídas de la semana. ¿Y sabían que existe una Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que puede tomar decisiones vinculantes para los países que ratificaron su protocolo? Su presidenta, la jueza tanzana Imani Daud Aboud, cuenta aquí su importancia.
Buena semana, y gracias por leer. |