Esta semana hemos dedicado varios temas en Planeta Futuro a gente que huye en distintas partes del mundo. Como Rosa, venezolana de 39 años, que está recorriendo con su marido y sus hijos una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, la de la selva del Darién, en busca de un trabajo en Estados Unidos que le permita costear el tratamiento médico que ya no puede conseguir en su país. “Una caja de genérico cuesta alrededor de 12 dólares, mientras que el original llega a 38 dólares. Y en Venezuela ganamos unos 5 dólares mensuales”, le contaba a la periodista Simona Carnino a su paso por Honduras. Tras vender todas sus pertenencias, muchos de estos migrantes tienen que enfrentar dilemas tan duros como si gastan sus escasos recursos en comer, comprar medicamentos o seguir su viaje.
En el caso de Nawal, su esposo y sus siete hijos, huían de las dificultades de la guerra en su Siria natal. En julio de 2023, se montaron en un barco clandestino con destino Chipre, pero las autoridades de este país los detuvieron y expulsaron a Líbano, donde el ejército los deportó a Siria. Es uno de los testimonios que cita un informe de Human Rights Watch publicado hoy, que denuncia cómo estos dos países trabajan conjuntamente para impedir que los refugiados sirios lleguen a Europa, e insta a la UE a que no deje de lado los derechos humanos en su empeño de controlar la migración.
También huían de la pobreza las niñas y mujeres desaparecidas en el Estado indio de Madhya Pradesh —200.000 en solo dos años en todo el país—, una historia que se ha convertido en lo más leído de esta semana de Planeta Futuro. El cambio climático está causando estragos en las zonas rurales y la tierra ya no da para alimentar a las familias. Muchas chicas caen víctimas de la trata cuando intentan llegar a la ciudad en busca de un trabajo precario.
Y de otros efectos del cambio climático seguimos hablando esta semana. En la mayor parte del hemisferio norte empieza el curso escolar en estos días, pero cada vez hay más incertidumbre sobre los días reales de clase que se podrán impartir, debido a los efectos de la crisis climática. Más de 400 millones de niños en todo el mundo han sufrido cierres temporales de sus colegios desde 2022 por fenómenos como olas de calor, inundaciones o huracanes, según un informe del Banco Mundial recién publicado, pero como es habitual, los más perjudicados son los niños más desfavorecidos: “Los estudiantes en países de bajos ingresos perdieron 45 días de clase, en comparación a solo 6 días en países de ingresos más altos. (...) La educación, la herramienta más poderosa que tenemos para combatir la pobreza en el mundo, está gravemente amenazada por el cambio climático”, me explicaba uno de sus autores, Sergio Venegas Marín.
Uno de los efectos de estos cierres de colegios es el abandono escolar. Personas como Babawale Babafemi, un comerciante de Nigeria, trata de combatirlo en Yenagoa, donde reside, con este bonito proyecto con el que termino. Cada fin de semana, paga el billete de transporte de algunos de los niños y les invita a refrescos para animarlos a asistir a un club literario en una biblioteca de madera que ha construido. Para crear un hábito de lectura, también presta a los niños libros para que se los lleven a casa. Y también los prepara para volver al colegio. “Mi padre fue director de una escuela. Era un hombre al que le encantaba leer. Cuando murió, heredé sus libros”, que alimentan esta biblioteca, cuenta Babafemi.
Buena semana, y gracias por leer. |