Y el premio es para... ¿y a quién le importa?

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Viernes, 28 de abril de 2023

Y el premio es para... ¿y a quién le importa?

Gregorio Belinchón

Y el premio es para... ¿y a quién le importa?

Hola a todos:

Nunca se acaba la temporada de premios en el cine. Personalmente, arrastro cierto hartazgo. Es como si estuviéramos en la rueda del hámster de los galardones. Un no parar. El pasado fin de semana se entregaron los Platino, que premian el cine iberoamericano... y el miércoles el jurado del Princesa de Asturias de las Artes decidió que el galardonado de 2023 sería en realidad una galardonada, la actriz Meryl Streep. Al lío.

Primero, Streep. Galardón indiscutible, aunque en su currículo será una muesca más en el revólver: tiene tres Oscar (el último, dando vida a Margaret Thatcher en La dama de hierro), además de haber competido por ese galardón en otras 18 ocasiones; tres Emmy; dos Bafta, el Donostia del festival de San Sebastián y el trofeo de mejor actriz de Cannes por Un grito en la oscuridad. En otoño irá a Oviedo a recoger su Princesa. La actriz más sobrevalorada del mundo, según Donald Trump, ha sabido reinventarse desde su reinado de intérprete dramática a estupenda cómica. Y sin que la edad haya supuesto una merma de calidad.

Ricardo Darín, con el Platino al mejor actor en la mano.

Ricardo Darín, con el Platino al mejor actor en la mano. / Óscar del Pozo (AFP)

El sábado se entregaron los Platino. En un palmarés muy repartido Argentina, 1985 se llevó cuatro galardones: mejor película, el Platino a cine y educación en valores, al mejor guion (de su director, Santiago Mitre, y Mariano Llinás), y al mejor actor protagonista (Ricardo Darín lograba así su tercer Platino, uno de honor y dos competitivos). As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, logró otros cuatro: los de mejor dirección, actor de reparto (Luis Zahera), mejor sonido (Aitor Berenguer, Fabiola Ordoyo y Yasmina Praderas) y mejor montaje (Alberto del Campo). Las dos actrices de Cinco lobitos repitieron los premios de los Goya: protagonista para Laia Costa, secundaria para su madre, Susi Sánchez. Hubo más premios en cine y televisión (se dieron 23 estatuillas).

Benicio del Toro, en el hotel Intercontinental, en Madrid.

Benicio del Toro, en el hotel Intercontinental, en Madrid. / samuel sánchez

La ceremonia fue plúmbea, como una mala imitación de aquel programa musical de hace décadas, 300 millones. El esquema se repite edición tras edición en los Platino: galas que se alargan en demasía, con guiones sin gracia y en las que cada pocos minutos se obliga al patio de butacas a bailar todo tipo de géneros musicales: las caras y los movimientos de muchos artistas allí situados el sábado dejaban clara la incomodidad de esos momentos. El palmarés, en cambio, irreprochable. Y el premio de honor, justo: a Benicio del Toro, que el día anterior, el viernes, dio esta estupenda entrevista a Natalia Junquera.

Y ya está, por favor... al menos hasta el sábado 27 de mayo, que se anuncie el palmarés de Cannes. Y el 1 de junio, el Nacional de Cinematografía. Porque ahí empieza la nueva temporada.

"Mi nombre es James Bond". "Y el mío también". "Y el mío". "Y el mío"

Diferentes James Bond que aparecen en el documental.

Diferentes James Bond que aparecen en el documental.

Según cifras oficiales del Gobierno estadounidense, solo en ese país hay 75.249 personas apellidadas Bond, y el nombre de pila más habitual entre ellas es el de James (2,89%, es decir, 2.242 jamesbonds). Lo que en los años setenta y ochenta solo servía como motivo de chanza es hoy, en la era digital, en numerosas ocasiones el infierno en la Tierra. "Que una persona se llamara así hace 40 años no importaba mucho. Ahora...", se oye en El otro Bond, un curioso documental disponible en Filmin, para el que el australiano Matthew Bauer ha seguido durante una década a algunos de los James Bond reales, que viven como pueden aplastados por un legado machista, petulante y aventurero.

James Hart, que se cambió de nombre huyendo de Bond, y Gunnar Schäfer, que se puso el de James Bond, en el documental 'El otro Bond'.

James Hart, que se cambió de nombre huyendo de Bond, y Gunnar Schäfer, que se puso el de James Bond, en el documental 'El otro Bond'.

Es curioso cómo el nombre de un ornitólogo, que el escritor Ian Fleming, el creador de 007, eligió porque era el más aburrido que encontró, hoy conlleva un estigma de tipo alcohólico, mujeriego y poco de fiar. En El otro Bond hay historias fascinantes, como la mujer que para huir de su esposo maltratador rebautizó a su hijo como el espía (tremenda cortina de humo) o el vendedor sueco de neumáticos que compra todo lo que encuentra relacionado con Bond, vive como él, se ha cambiado el nombre e incluso ha abierto el museo Bond. O las cuatro generaciones de petroleros tejanos que se llaman James Bond. No es sencillo encarar la coincidencia nominal, y alguno ha decidido rebautizarse. Más cosas de este documental hecho desde la pasión cinéfila, aquí.

Lo que estoy leyendo: Richard Fleischer, el director de las grandes aventuras

Hablando de pasión cinéfila, Richard Fleischer (por cierto, ¿por qué hay tantos y tan buenos directores que se llaman Richard?). De mis mejores recuerdos de niño está ver Los vikingos en Sesión de tarde, el nombre del programa con el que TVE agrupaba sus películas el sábado por la tarde. Se me quedó grabada la secuencia de la escalera de hachas que crean los vikingos en la puerta de un castillo sitiado para que Kirk Douglas entre en él. ¡Qué prodigio!

Ernest Borgnine, Janet Leigh y Kirk Douglas, en 'Los vikingos'.

Ernest Borgnine, Janet Leigh y Kirk Douglas, en 'Los vikingos'.

Con los años descubrí que ese Fleischer era el de 20.000 leguas de viaje submarino, Mandingo, Los nuevos centuriones, Cuando el destino nos alcance (Soylent Green), Conan el destructor, Viaje alucinante, Barrabás, El estrangulador de Boston, Impulso criminal, Fuga sin fin, El estrangulador de Rillington Place, Che!, El príncipe y el mendigo... Vaya filmografía. Pues a este cineasta que tantas alegrías ha dado a varias generaciones de espectadores ha dedicado Cátedra su último lanzamiento de la colección Signo e Imagen (vamos, los del lomo gris), escrito por José Abad, al que se le nota que le mueve la misma pasión: reivindicar a un cineasta que la crítica ha ninguneado durante décadas.

Vamos con otros temas.

Muere Harry Belafonte. Cuando The New York Times anunció la muerte a los 96 años de Harry Belafonte el pasado martes, en la redacción de EL PAÍS debatimos si era cantante (¡el rey del calypso!) o actor. Mi sospecha es que su carrera como intérprete quedó supeditada a su activismo político y social, y que poco lo vimos para lo bueno que era (Carmen Jones, Bobby, Uptown Saturday Night, Kansas City, Infiltrado en el KKKlan). Porque ante todo Belafonte primó la lucha por la igualdad étnica y así lo recuerda Iker Seisdedos en esta necrológica.

Érica Rivas, en Madrid.

Érica Rivas, en Madrid. / olmo calvo

El volcán Érica Rivas. Hoy vamos a hablar de tres enormes actrices. La primera es la argentina Érica Rivas, la novia despechada de la última historia de Relatos salvajes (por cierto, por fin su director, Damián Szifron, estrena nueva peli, Misántropo). Está en España haciendo teatro (Matate, amor) y charló con Raquel Vidales sobre el feminismo hoy: "A las mujeres se nos ha tratado de histéricas o de brujas a lo largo de la historia. ¡Pero cómo no vamos a volvernos locas si los hombres han armado la sociedad a su medida! Es buena para ellos, claro; pero si no eres blanco y heterosexual, la padeces". Rivas, de manera muy inteligente, no deja títere con cabeza.

Emma Suárez, hace dos semanas, en un cine madrileño.

Emma Suárez, hace dos semanas, en un cine madrileño. / Inma Flores

La espléndida madurez de Emma Suárez. Hace diez días, me senté a charlar con Emma Suárez. Como estábamos en un patio de butacas, en muchas ocasiones hablaba de lado, para mirar y meditar a lo lejos y para no forzar el escorzo de la postura. Yo miraba su perfil y pensaba que a través de esa línea perfecta se podía seguir el cine español de las últimas cuatro décadas (empezó a actuar de adolescente, en 1979). Suárez estrena hoy Alguien que cuide mí, y en ella da vida a una actriz que vivió en toda su plenitud la Movida madrileña. De aquellos años, la intérprete (que en los últimos tiempos ha elegido con excepcional acierto papeles en filmes arriesgados) recuerda: "En los ochenta no fui salvaje, pero sí asilvestrada". Y de sí misma, confiesa: "Pertenezco a una generación aún educada en cierto machismo, y ante comportamientos machistas me bloqueo". Dijo mucho más, por supuesto, y aquí está.

Susan Sarandon, en Barcelona.

Susan Sarandon, en Barcelona. / David Oller (Europa Press)

Susan Sarandon en el BCN. El festival BCN Sant Jordi es un certamen que prima traer estrellas y películas amables de autor. Este año, entre sus estrellas, Wim Wenders (que digo algo maravilloso sobre sus dos pelis a estrenar en el próximo Cannes: "Son aún obras maestras porque no las han visto ni mis amigos, nadie todavía las ha valorado... ni criticado") y Susan Sarandon. La actriz despachó a la prensa en dos grandes grupos (Wenders ni dio entrevistas) y habló especialmente de Thelma y Louise, una excusa como otra para llevarla a Barcelona. Entre sus latigazos verbales, dos chispas: "Hollywood ni es liberal en absoluto, ni ama el cine: a Hollywood solo le interesa el dinero" y "Si hablamos de igualdad salarial, nada ha cambiado. Y si eres vieja y gorda, no te quieren". Más Sarandon, aquí.

José Luis Cienfuegos, nuevo director de la Seminci. El viernes por la tarde estalló el mapa de los festivales españoles de cine. José Luis Cienfuegos, anunciaba El Norte de Castilla, dirigirá la Seminci, el certamen de Valladolid. Todos los grupos cinéfilos de whatsapp echaban humo. Cienfuegos creó de la nada el Sundance español, el festival de Gijón, del que le despidieron por motivos políticos (al certamen asturiano le ha costado recuperarse de aquel desastre), y reinventó el de Sevilla, conduciéndolo hacia el cine europeo y elevando su categoría. Y que dirigía hasta ese momento. A falta de conocer más pormenores, el boquete que deja en Sevilla es enorme, a la Seminci esto le da nuevos bríos, y el de Gijón, que va después, puede sufrir en su programación, al chocar con esta nueva Seminci por los títulos elegidos. Porque el trío se celebra de manera casi consecutiva en otoño, y el ecosistema festivalero es extremadamente frágil: se alimenta de los mismos pesebres fílmicos.

Prime Video desvela sus proyectos de la próxima temporada. El martes Prime Video presentó algunas de sus novedades en series de televisión, películas y programas (sí, tienen OT). Y hubo dos detalles que me llamaron la atención. Uno, que el programa El castillo de Takeshi vuelve. Y ahora muchos os preguntaréis: ¿lo cualo? En España se llamó Humor amarillo, y era un concurso desenfrenado con pruebas llenas de golpes creado por Takeshi Kitano. Puede que Humor amarillo no fuera el mejor título (tufillo racista), pero es que así cuajó en el imaginario colectivo español. Ahora lo han rebautizado como El castillo de Takeshi, y durante la presentación nunca jamás se dijo Humor amarillo. Excesivo, ¿no?

Algo parecido ocurrió en cine, ya que uno de los proyectos estrella es Hildegart, que dirigirá Paula Ortiz con guion de Clara Roquet y Eduard Sola y producción de María Zamora. Y se jugó a "¡una historia poco conocida de las primeras feministas españolas!" acaecida en Madrid en 1933, cuando en realidad es popular: por los libros publicados, por su constante recuperación en reportajes periodísticos... y porque, y aquí duele, en 1977 Fernando Fernán-Gómez dirigió la estupenda Mi hija Hildegart, donde Amparo Soler Leal daba vida a la feminista Aurora Rodríguez, que mató a su hija por razones ideológicas. No digo que no se puedan hacer versiones, cuidado, o plasmar nuevos enfoques a historias ya filmadas, pero tampoco esconder la existencia de un clásico del cine español, al que hubo apenas una referencia soterrada en la presentación, de la que aquí os cuenta más Natalia Marcos.

Estrenos de la semana

Aquí van los dos estrenos más interesantes de la semana.

BEAU TIENE MIEDO. Ari Aster

Joaquin Phoenix, en 'Beau tiene miedo'.

Joaquin Phoenix, en 'Beau tiene miedo'.

La nueva película de Ari Aster (Hereditary, Midsommar) le ha encantado a Carlos Boyero... no, que es broma. Le ha horrorizado y sacado de sus casillas: "Me resulta imposible describir con un mínimo de lógica lo que ocurre en los insoportables 180 minutos de Beau tiene miedo. Tampoco me haría nadie un favor si me contara su argumento". Podéis leer la crítica aquí.

EL CLUB DEL ODIO. Beth de Araújo

Una imagen de 'El club del odio'.

Una imagen de 'El club del odio'.

Javier Ocaña apunta sobre este estreno de Filmin: "Ha pasado el tiempo de los simbolismos, las ambigüedades y las exposiciones y críticas profundas, aunque de soslayo. Es la hora de la denuncia cinematográfica por medio del cine de género, el que se entiende a la primera". Podéis leer la crítica aquí.

Antes de despedirme, insisto en el recordatorio: en EL PAÍS hemos conformado un equipo de investigación sobre el abuso y el acoso sexual en el cine español. Si lo has sufrido o conoces a alguien que lo haya sufrido, Elena Reina (ereina@elpais.es), Ana Marcos (amarcos@elpais.es) y yo mismo (gbelinchon@elpais.es) estamos para escucharte.

Hasta el viernes que viene, a la espera de ver si hay huelga de guionistas en Hollywood. En The New York Times cuentan cómo se preparan los estudios. Solo les queda este fin de semana de negociación, y ayer el sindicato de escritores audiovisuales estaba imprimiendo pancartas para las manifestaciones de ese día, así que... En Twitter, para cualquier consulta, soy @gbelinchon

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Sobre la firma
Gregorio Belinchón

Gregorio Belinchón

Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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