Aun a riesgo de que piensen que me he caído de un guindo, mi formación jurídica me recuerda que las resoluciones judiciales –también las de los tribunales internacionales, sí– están para cumplirse. Lo digo porque, tal y como va la guerra de Gaza, conviene no olvidar que el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU reclamó el pasado 26 de enero a Israel y a su ejército que tomaran todas las medidas en su poder para evitar la muerte de palestinos en la Franja, los atentados graves a la integridad física o mental de ese grupo de población, su sumisión "a condiciones de existencia que puedan comportar su destrucción física total o parcial" y las medidas que puedan impedir los nacimientos en su seno.
150 muertos al día. La resolución de medidas provisionales de la Corte tuvo por objetivo evitar que el Gobierno de Benjamín Netanyahu perpetre en Gaza el genocidio del que le acusa Sudáfrica y cuya comisión los magistrados consideran "verosímil". Han pasado 20 días desde entonces y la cifra de muertos que manejó el tribunal durante su deliberación (25.700), lejos de frenarse, se ha incrementado en 3.000 muertos más (150 al día) hasta situarse este miércoles en 28.700.
El dato da una idea del grado de cumplimiento del derecho internacional en general y del humanitario en particular en este conflicto. Pero, como todo es susceptible de empeorar, el pasado viernes, el Gobierno de Israel dio un paso más –este de gigante– en su premeditada ignorancia de las medidas impuestas por la corte y anunció la inminente invasión terrestre de Rafah, el distrito más meridional de Gaza, fronterizo con Egipto, donde la brutal ofensiva militar ha obligado a desplazarse a 1,4 de los 2,2 millones de ciudadanos de la Franja, la mayoría de los cuales se alojan en tiendas improvisadas sin saneamiento ni agua potable y en unas condiciones sanitarias y alimentarias que cada día se deterioran más, según Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno. Así nos lo contaba nuestro corresponsal en Oriente Próximo, Antonio Pita, y nuestro enviado especial en Jerusalén, Luis de Vega:
Ofensiva en Rafah. Israel sostiene que tiene que hacerlo para acabar con los cuatro batallones de combatientes de Hamás que, asegura, permanecen en la zona, y afirma que es la única manera de lograr su objetivo de erradicar a la organización islamista, pero tanto la ONU como sus aliados más cercanos temen que la crisis humanitaria y el número de muertes se multiplique en una zona atestada de gente, entre una población exhausta en unas condiciones de vida deplorables, desplazada en múltiples ocasiones y sin un sitio seguro al que ir. Luis de Vega nos contaba así el domingo la angustia con la que se vivió el anuncio en Rafah.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que ya había dicho días antes que Israel "se ha pasado" en su guerra en Gaza advirtió a Netanyahu por teléfono que la operación no se podría lanzar "sin un plan creíble y ejecutable que garantice la seguridad y el apoyo" a los más de un millón de desplazados de Rafah. Así nos lo contó nuestra compañera de la delegación de Washington Macarena Vidal Liy:
- Biden advierte a Netanyahu contra un ataque en Rafah sin un plan "creíble" de protección para los palestinos.
Alemania, uno de los países europeos que más ha defendido a Israel, ha advertido esta semana al Estado judío de que debe luchar "contra el terrorismo y no contra la población civil". Egipto, por su parte, como nos cuenta nuestro corresponsal en El Cairo, Marc Español, teme que la ofensiva en el sur de la Franja termine en una desbandada de refugiados gazatíes hacia su territorio.
Sudáfrica, el autor de la demanda por genocidio contra Israel, ya ha pedido al Tribunal de La Haya que tome medidas para evitar una nueva tragedia, pero la corte, por el momento, no ha respondido. |