Notas sobre cultura, feminismo e intimidad ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏
| | | | | Notas sobre cultura, feminismo e intimidad | | | | | |
El techo del ginecólogo | NOELIA RAMÍREZ | | Un cervatillo y su madre. Lo que mira Betty Draper ('Mad Men') en su ginecólogo / Prime Video | | | |
Durante el último año me han hecho más ecografías que manicuras. En la revisión que me hicieron previa a la extracción de dos miomas uterinos, la toma transvaginal más larga y tediosa de todas las que me agendaron, detecté que la luz roja de la alarma de incendios del techo parpadeaba, exactamente, cada 3 segundos y medio. Intenté llevar la cuenta de cuántas veces la vería asomar para tratar de evadirme, pero para cuando llevaba más de cien destellos me cansé y pasé a intentar distraerme, sin suerte, evaluando todos los productos de limpieza o el número exacto de toallas quirúrgicas que había en una estantería de aquella habitación.
Desnúdate de vientre para abajo. Tápate con esta tela desechable cuando salgas. Entra con la vejiga vacía. Déjate los calcetines puestos si estás más cómoda. Abre más las rodillas. Baja el trasero y pégalo al borde. Acércalo más hacia mí. Así. Respira profundo. Relaja las piernas.
Quienes participamos, sabemos que el ritual ginecológico es una ceremonia polisémica. Nadie la siente igual. "La ecografía que puede hallar una nueva vida en el vientre de una persona puede hallar también la muerte de un embrión en el mismo lugar", escribió Anne Boyer en Desmorir (Sexto Piso, 2019) a propósito de la incertidumbre a la que se asoman nuestros cuerpos cuando se entregan a los imagenologistas, esos especialistas clínicos que, a través de las ondas, indagan en nuestros cuerpos vulnerables "deseosos de ver nuestros interiores".
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| | Betty en el ginecólogo. A su derecha, el cuadro que abre esta carta. | | | |
A dónde viaja nuestra cabeza, lo que intentamos (no) pensar mientras hurgan ahí dentro y qué ideas intrusivas nos asaltan en el mecánico silencio de ese cuarto es algo que me obsesiona desde que un día ajeno mi ginecóloga me hizo aprender, sin tregua ni preocupación preventiva, un neolenguaje por un problema que no se había tomado la molestia de anunciarse y a resolver con urgencia si pretendía quedarme embarazada. Todavía no lo sabía, pero ahí empezó mi travesía por el desierto de la imagenología.
Como me reveló una amiga que podría describir al detalle el póster de una playa paradisíaca colgado en el techo en una consulta estadounidense de la que preferiría no acordarse jamás, “muchas mujeres tienen en su rincón de recuerdos terroríficos una ecografía demasiado larga”.
Pensé en su playa y la alarma parpadeante viendo a Betty Draper de Mad Men escudriñar un cuadro de un cervatillo mientras su ginecólogo le confirmaba su peor pesadilla: un tercer embarazo no deseado. Intrigada con la existencia de más símbolos de este tipo, me topé en Reddit con un dato que aparece en el ensayo Bonk: The Curious Coupling of Science and Sex, escrito por Mary Roach. Allí, la autora menciona que, alrededor de 1900, un ginecólogo de Brooklyn llamado Robert Dickinson innovó pintando cuadros relajantes en los techos de las salas y que a principios de los años 80 todos los centros de salud para mujeres de Estados Unidos llegaron a colgar el mismo póster con un anillo de secuoyas fotografiado desde abajo.
Yo no vi un arenal exótico, pero no he podido dejar de pensar en lo enigmático de esa simbología que nos imponen para después tratar de enterrarla, bien profunda, junto a los recuerdos de una ecografía demasiado larga. | | | | | | |
Qué he consumido estas dos semanas | |
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En S Moda nos hemos obsesionado con: | | - Shakira visibiliza a su niñera en su último videoclip. ¿Qué implica frente a las narrativas que las encasillaban como buscona o figuras destrozahogares? Beatriz García lo analiza.
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