Notas sobre cultura, feminismo e intimidad ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏
| | | | | Notas sobre cultura, feminismo e intimidad | | | | | |
Y si ya nadie te grita en la playa | NOELIA RAMÍREZ | | Algunas de las fotografías de la colección de mujeres en el agua de Helena Alarcón en la exposición 'Déjala correr'. | | | |
Cuando mi madre murió, uno de los recuerdos al que más volví sostenida por mis primas pasaba en la playa. Enajenadas en los días de duelo inmediato, no sé cuántas veces llegamos a visualizarla gritando y avergonzándome desde la orilla para que no me metiese mar adentro aunque el agua no me llegaba ni a la cintura. Más que una imagen, lo que invocamos juntas fue aquel grito tan exagerado, tan cómico, tan de mi madre. Si cierro los ojos, todavía puedo escucharlo.
Es julio y aún no me he bañado en la playa. No sé qué me frena, pero todavía no he sentido ese instante preciso que tan bien describió Noe Olbés cuando dijo que la felicidad son esos segundos perfectos en los que, al salir del mar, escuchas tu respiración al tumbarte de nuevo en una toalla seca y perfectamente extendida. El verano existe, creo, para poder sentir ese regalo. | | | | | | |
| | Una de las imágenes de la colección de Helena Alarcón adquiridas en el Rastro / H. A. | | | |
Soy esa clase de chica que presume de bañarse en el Mediterráneo desde mayo. Lo digo por el ansia que todas tenemos de proyectar una identidad específica, pero también hay cierta mística en esa afirmación. El mar como escape pero reconexión. Un lugar para adentrarse sin el ritmo mecánico y contenido de la rutina y que no está acotado como la piscina: aquí todo fluye sin idea de precipicio, sin posibilidad de borde.
A Helena Alarcón también le encanta ser conocida como “la playera”, “la de las chicas en el agua”, “la bañista”. Así la llaman en los puestos del Rastro de Madrid por los que va buscando lo mismo desde hace años: fotos de mujeres en el agua. Habíamos coincidido alguna vez, pero cuando conocí a Helena mejor, una nochevieja en la que pasamos más rato hablando fuera de una fiesta que bailando dentro, me contó esta obsesión suya de coleccionar fotos de mujeres acuáticas. Las tiene solas, juntas, dentro, fuera, abrazadas a gente o erguidas solas en la orilla del río, de la playa o de la piscina. Me dijo que al principio se levantaba pronto y buscaba fotos de familias felices o de parejitas, pero que acabó obsesionada con las de mujeres y el agua. Que al principio no sabía por qué, pero que un día, cuando un amigo le preguntó por qué esa manía suya de acumular señoras a remojo se puso a llorar y lo entendió todo. Lo hacía por su madre. Recordó que las únicas fotos que salvó de casa de su abuelo antes de que la vendieran eran las de la madre dentro o cerca del agua. Iban desde su niñez a la adolescencia hasta el viaje de bodas con su padre. El agua como escenario de instantes felices. | | | | | | |
| | Imágenes de la exposición 'Déjala correr', hasta el 12 de julio en Tha House (Madrid) | | | |
La madre de Helena ha sido alcohólica buena parte de su vida. Para la hija, el agua también es una alarma de camuflaje frente a la adicción. “Cuando mi madre se abría una cerveza, encendía el grifo o la manguera de la terraza que hace mucho ruido para que no se notara”, me dice. El agua también ha sido un detector para identificar si había consumido o no en verano. “Si ella se metía en el agua, significaba que no había bebido. Si se quedaba contemplándola, ya fuese en una piscina o en el mar, implicaba que sí”, me cuenta en una nota de voz que me pasó esta misma semana. Se la pedí por su exposición, Déjala correr, una muestra sobre esta historia y todas esas fotografías recolectadas que yo no he podido ver de cerca, pero que he seguido con admiración sincera desde Instagram. La tenéis, hasta justo mañana, disponible en Tha house en Madrid.
Una de las cosas que más me gusta de Déjala correr es que no comparte esa idealización liviana y ociosa del agua, esa emoción de la que casi todas presumimos frente a la posibilidad de una cala. Miro esa colección y pienso que, aunque hay fotos aparentemente felices de mi madre con mis tías en el pinar en el que comíamos a la sombra cruzando el arenal de la playa, me cuesta imaginarla abandonándose. Mucho menos dejándose ir. Mi madre, en la playa, siempre a otras: cocinando agachada frente al hornillo, la última en comer, siempre dispuesta a pelarnos la fruta. En mi familia, los hombres e hijos disfrutan y las madres se ocupan.
“Mírame, y seré feliz”, dice un reverso de las fotos de Déjala correr. Me hubiese encantado que mi madre me hubiese escrito eso una de las suyas, pero la intimidad que atesoro es aquel grito aleccionador para que no me escapase a lo hondo. La odié por hacerlo. Ahora tengo pánico a que se me diluya ese recuerdo tan nuestro. | | | | | | |
| | Otra de las imágenes de la colección de Helena Alarcón. | | | |
Qué he consumido estas dos semanas | | - Hace dos fines de semana volví a Roma y me emocioné en Louise Bourgeois. Unconscious Memories, la primera exposición dedicada a una artista contemporánea en la Galería Borghese. Muchos sentimientos sobre domesticidad, madres, apegos y feminidad en contraste con el aplastamiento estético que, de por sí, da esa mansión y su colección permanente. Es una barbaridad de la que no saldréis a salvo. Lloré. Está hasta el 15 de septiembre.
- Por fin vi How to have sex. Aquí chavalas en islas viviendo experiencias no tan idílicas y qué bien captado todo lo que orbita sobre el consentimiento y las malas amigas, que esa especie también existe. La tenéis en Filmin y Movistar.
- Cuando vi a Romy en concierto hace unas semanas, habló de su madre con esta canción. Así que en esta carta de madres y veranos tocaba este hazme caso y escucha esto.
| | | | | | |
En S Moda nos hemos obsesionado con: | |
*** Si te han enviado esto y quieres recibir más ensayos y recomendaciones sobre cultura, feminismo e intimidad cada dos jueves, puedes apuntarte a esta newsletter aquí. También puedes escribirme con comentarios, apuntes o sugerencias a nramirez@elpais.es o escribirme vía Twitter, donde paso más tiempo del que me gustaría | | | | | | |
|
| | | La información siempre es tendencia | Accede sin límites a toda la actualidad de EL PAÍS por solo 1 € el primer mes*. | *Promoción válida para nuevas suscripciones | | | | | | | Gracias por leernos | | Apúntate a otras newsletters | © Ediciones El País, S.L.U. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde esta “newsletter” a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados a tal fin de conformidad con el artículo 67.3 del Real Decreto-ley 24/2021, de 2 de noviembre.
Publicidad: Has recibido este boletín porque has aceptado recibir la newsletter de Lo raro es vivir. Para más información, consulta la Política de Privacidad de los medios Prisa.
Borrar cuenta: Si quieres borrar tu cuenta de los medios Prisa o si quieres ejercer tus derechos puedes hacerlo por email a privacidad@prisa.com desde tu correo tepadirectorio.gratis@blogger.com.
Baja total: Si tienes contraseña en EL PAÍS, puedes acceder a tu perfil para dar de baja todos los boletines o cancelar tu cuenta de EL PAÍS.
Baja boletín: Si quieres dejar de recibir este boletín concreto, dirigido a tepadirectorio.gratis@blogger.com, puedes darte de baja | | | | |
|
Califica este artículo:
{[['
']]}